Tómese la foto con un plato vacío a modo de homenaje. Contenía una ostra escabechada, y con mucha historia que me cuenta Sacha Hormaechea. La sorbo directamente de la cerámica, ahorrándole el filo del cuchillo.
La ostra es tan sólo el primero de los platos que llegarán a nuestra mesa, a pesar de que la recomendación de Sacha, cuando se la pedimos, es que vayamos a otro restaurante, «a uno de verdad».
Nos resistimos, preferimos quedarnos en esta pequeña taberna de luz extraña, cálida, de otro tiempo. Sacha es fotógrafo.
Sorprenden unos berberechos, grandes como monedas de 50 pesetas de las de las de antes, con un punto de cocción perfecto. Las alcachofas fritas se comen como pipas, compulsivamente y con la mano: es Sacha quien nos prohíbe el tenedor. Jugosa y colmada de panceta y trufa, la tortilla vaga, es una invitación a mojar pan (por cierto, qué pan, qué panes, qué bueno el de curry). Sigue un steak tartar, dicen que el mejor de Madrid, y unas lascas de bocado de la reina, corte de buey tremendamente tierno y poco habitual.
Dice Miquel Sen «resulta que cada vez que se consulta a los críticos gastronómicos sobre cuales son sus restaurantes favoritos aparece el nombre de Sacha». Por lo visto, muchos cocineros opinan lo mismo.
Por algo será.
Restaurante Sacha: Calle Juan Hurtado de Mendoza, 11. Madrid. Teléfono: 91 345 59 52. Mapa.
Deja una respuesta