La primera vez que pasé por delante de la puerta de La Cuina d’en Garriga se me pusieron los pelos de punta. «Otro restaurant con falso aspecto de bistrot», pensé. Y pensé que era el típico local donde la decoración era más importante que la comida.
La primera vez que comí ahí me tuve que tragar los prejuicios. Me costó, tuve que empujarlos con un poco de pan de Baluard y unos huevos de Calaf estrellados y acompañados de butifarra de perol. ¡Qué rápido digerí mis ideas preconcebidas! Desde ese día, soy un entusiasta de La Cuina d’en Garriga.
La semana pasada acudí de nuevo. Qué viaje. Desde la mortadela trufada que sirvió de aperitivo hasta el secreto ibérico (acompañado de unos pimientos escalibados de escándalo, comparables a los de la Bodega 1900), disfruté de todas las paradas.
Lo más flojo: la ensalada de lentejas aliñada con jengibre y el sashimi de salmón, muy apto para las almas preocupadas por la figura que pululan por Passeig de Gràcia.
Lo mejor: las sardinas ahumadas de la ensalada cantábrica (puedes comprarlas en la tienda, este es un restaurant con tienda o una tienda con restaurant), los increíbles macarrones (de los que no diré nada porque ya se ha escrito de ellos mucho mejor de lo que yo podría escribir), la hamburguesa (que podría retirar a la mitad de las hamburguesas premium de la ciudad).
Qué familia, los Garriga. Qué amor por los fogones.
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La Cuina d’en Garriga: Consell de Cent, 308. Barcelona. Teléfono: 932157215. Mapa.
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